miércoles, 6 de abril de 2016

No es Panamá


No por previsible deja de ser sorprendente la reacción general a la noticia de los papeles de Panamá. Resulta que descubrimos ahora que las élites evaden al fisco utilizando paraísos fiscales, nos indignamos por su manifiesta hipocresía y nos preguntamos si no se podría haber evitado o evitar en un futuro. Olvidamos que los paraísos fiscales son inherentes al capitalismo y a los privilegios de clase. Dicho de otra forma: mientras haya capitalismo habrá paraísos fiscales o cualquier otro método que permita a las oligarquías eludir los impuestos sobre sus fortunas. Es consustancial e inevitable. No es posible “humanizar el capitalismo”, se trata de una máquina voraz e imparable. Un ejemplo claro de esto es el reincidente fracaso de la aplicación de la famosa “Tasa Tobin” (impuesto sobre las transacciones financieras internacionales). Los poderes económicos llevan 15 años tumbando esta propuesta, tratándose tan sólo de una recaudación mínima (entre un 0’5% y un 1%) sobre su enorme pastel de especulación. No han cedido ni cederán jamás porque se saben dueños de toda la tarta, migajas incluidas, y la quieren entera.

Sin ir más lejos, la propia existencia de Panamá como país es fruto de la especulación mercantil. A EEUU le interesaba que Panamá se constituyera como estado separado de Colombia para poder apropiarse y beneficiarse de los derechos del Canal y no dudó en enviar a la Marina para conseguirlo. Si en Cataluña hubiera un istmo que separara dos océanos y ahorrara miles de kilómetros en las rutas marítimas hace tiempo que habrían conseguido la independencia.

El primer paso para solucionar un problema es tener clara la causa. No se trata de cuatro o cuarenta mil evasores, es el sistema. No se trata de Panamá, Suiza o las Islas Caimán, es el capitalismo.

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